En nombre del padre: de la raqueta a la batería metálica
Cuando su padre se comenzó a dedicar al difícil oficio de llegar a ser un tenista profesional, él todavía no había nacido, es más aún no estaba en los planes de sus mayores tener un hijo.
Claro que con los años y los asiduos viajes para participar en los diversos torneos a lo ancho y a lo largo del planeta, Torben Ulrich junto a su esposa decidieron que era el momento indicado de que su primer vástago los visite.
Torben fue un jugador que nunca pudo intercalarse más allá del puesto noventa y cinco del ATP, que durante parte de los años cincuenta y mayormente en los sesenta y principios de los setenta.
Lars Ulrich nació en Dinamarca a fines de 1963 y junto a sus padres comenzó a recorrer el planeta por la profesión se Torben, y a medida que iba creciendo el juego de uno contra uno le fue llamando la atención.
Es así como comenzó desde muy pequeño a visitar las canchas de polvo de ladrillo, para emular a los mejores de la época y porque no a su padre, que le inculcó la mejor manera de pegar a la pelota con la recordada raqueta de madera.
Su padre llegó a disputar un encuentro con el astro argentino Guillermo Vilas, en los últimos años de la carrera profesional del nacido en Europa.
A la par de jugar al tenis y estudiar, la música le fue generando una extraña sensación de bienestar que disfrutaba al escuchar los temas de Deep Purple, cuando aún no había llegado a los diez años.
Desde ese instante su vida se dirimió entre el tenis y el escuchar a diversos grupos como el citado y también a los principales bateristas de diversas bandas, como a John Bonham de Led Zeppelin y a Roger Taylor de Queen, a la par de comenzar a hacerse amigo del instrumento que lo siguió durante toda su trayectoria, la batería, que fue un regalo de su abuela paterna.
Cuando comenzaba la década del ochenta del siglo pasado, su viaje a los Estados Unidos marcó un antes y un después en su vida, porque la idea de su padre era la de que comience una carrera ligada al tenis profesional, que a pesar de su preferencia se truncó prontamente.
Su padre no solamente se dedicó al tenis, también fue músico, crítico de cine, pintor y escritor. Durante el año 1980 su deseo de estar ligado a lo musical trastocó los planes de su progenitor y a mediados de 1981 junto a James Hetfield hicieron posible la creación de Metallica, una banda thrash metal, un subgénero más agresivo que el heavy metal, que se caracteriza por sus ritmos pesados similares al metal extremo, con una pequeña demostración.
Cuando el año 1982 marcaba marzo en el calendario se produjo el debut sobre las tablas que no resultó lo satisfactoriamente deseado para los noveles integrantes de la agrupación.
Claro que recién a principios de 1983, ya radicados en San Francisco, en la costa oeste del país del norte, junto a David Mustaine y a Ron McGovney comenzaron a hacerse notar en el mundo del rock.
Desde los comienzos de la citada banda hasta la fecha lograron editar once álbumes de estudio, siendo considerados como uno de los mejores grupos de thrash metal de la historia.