Lanús 80 años: Valentín Alsina cumple 149 años y no olvida a su ídolo, Sandro

Valentín Alsina cumple  este sábado 7 de agosto 149 años, y de aquellos fundadores que comenzaron a construir su historia en el siglo 19, se rescatan sueños de inmigrantes, que en este presente, se revela como una urbe llena de intensidad comercial, de historia propia, de orgullo de sus vecinos, y de una figura que lo identifica en todo el mundo..

La rica vida de Valentín Alsina froma parte de los 80 años de Lanús y tiene a muchos protagonistas con nombre propio, pero sin dudas su hijo dilecto es Roberto Sánchez, el inolvidable Sandro, que nació y vivió gran parte de su infacia y juventud en esta región.

Allí fue formando su amor por la música, sus primeros pasos, con debut incluído y el desarrollo de una identidad que lo definió como artista.

Caminar Valentín Alsina es sentir a Sandro y su historia.

Todo empieza en un punto clave que la casa natal del músico, ubicada sobre la calle Tuyutí en el corazón  Alsina.

Allí, exactamente a la altura del 3016, el “Gitano” transcurrió su infancia y primera juventud, donde soñaba con convertirse en un artista profesional, mientras se ganaba la vida con otros menesteres.

Muchos creen que Roberto Sánchez se crio en un conventillo tradicional pero, en realidad se trataba de una casa de inquilinato a la que, de todos modos, Sandro siempre mencionaba como “yotivenco”.

“Se compartía la cocina y el baño, y en el piletón del patio había que hacer fila ya sea para colar los fideos o enjuagar la ropa”, describe la periodista Graciela Guiñazú en su biografía Sandro de América, editada por Planeta, que sirvió de base para la serie que mostró la vida y obra del creador de “Penumbras”.

Sandro era hijo de Nidia y Vicente, con quienes compartía una minúscula habitación en esa propiedad cuyo frente se conserva muy similar a cuando la familia Sánchez habitaba algunos pocos metros cuadrados.

Valentín Alsina conserva mucho de aquel tiempo donde el pequeño Roberto se paseaba por la parroquia San Juan Bautista, la escuela primaria República de Brasil, la biblioteca Popular Sarmiento y la plaza Valentín Alsina, donde los domingos se daba la “vuelta a perro”.

Poca gente sabe que el cantante solía pasear, ya famoso, por ese rincón de su querido Lanús.

“Solía ir de madrugada, a recordar su niñez y a sus queridos padres”, cuenta en ese libro Guiñazú.

Si Sandro pudo preservar su intimidad, Roberto Sánchez hizo un culto de su privacidad. Sostenido en ese “anonimato” autoimpuesto, no dudaba en visitar periódicamente a Carlos Galopo, su amigo de la infancia. Galopo, dueño de un taller mecánico, era quien le acondicionaba los vehículos, incluso el responsable de ponerle a punto su famoso Rambler Ambassador.

El astro no dudaba en recorrer esas callecitas empedradas de su barriada populosa. Si allí estaban sus aromas, los sonidos de esa gente que lo conformó como persona y a la que jamás olvidó.

Más de una madrugada, luego de sus conciertos en el teatro Gran Rex, solía visitar esos lugares que lo habían marcado

En Valentín Alsina el “Gitano” debutó profesionalmente, no podía ser en otro lugar. Fue el 9 de julio de 1958 en el Salón La Polonesa.

En realidad, se trató de un acto de la escuela primaria a la que había concurrido. “Elsa Texeira, su maestra de sexto grado, lo invitó al festival del turno noche”, explica Guiñazú en Sandro de América.

Roberto Sánchez ya cursaba la secundaria en Almagro, pero aceptó el convite.

En aquella oportunidad, se puso gel en el pelo y un pullover muy vistoso. Lo presentó Lito Vázquez, su amigo íntimo, disfrazado de la conductora Blackie. El disparate dio sus frutos.

Un Roberto Sánchez muy “rocker” empezó a germinar a Sandro, ese mote artístico que emulaba el nombre con el que su madre lo quiso llamar y en el Registro Civil no se lo habían permitido.

En Valentín Alsina sucedió todo. La infancia y la adolescencia. La primera novia y el concierto debut. 

Allí creció Roberto Sánchez, el hombre misterioso que le dio vida a Sandro y jamás se olvidó de ese rincón natal.

Para no olvidar ese origen se encuentra all+í el Paseo de Sandro en Paso de Burgos 785 , que desde 2019 fue restaurado, luego de varios años que se lo abandonó y hoy es centro de atracción para sus fans.

El recorrido en honor al cantante se encuentra a una cuadra de la casa donde vivió el artista , y donde pasó los años de su niñez y adolescencia, jugando a la pelota sobre la calle Paso de Burgos y haciéndose escuchar con su banda cuando ensayaban en la casa.

Aún hay vecinos que cuentan cómo era el ídolo de chiquito, atesoran historias sobre sus andanzas en el barrio y recuerdan sus primeros recitales